Ilusionada estaba por ver la adaptación que
hacia antena 3 de la historia de Marcos, aunque ya en la publicidad que hacían
de la película desilusionaba. La película esta bien, pero es otra historia,
nada tiene que ver con aquellos dibujos en los que un niño llamado Marco, en
compañía de su mono cruzaba medio mundo para encontrar a su madre.
El
caso, es que la adaptación de Marco me ha hecho trasladarme y recordar mi niñez.
Cuando yo dormía placidamente en mi camita en mi habitación que compartía con
mi hermana y mi madre llegaba por las mañanas a despertarnos para ir al
colegio. En pleno invierno, debido al frío mi madre venia con un cazo de agua
que calentaba previamente, agua que utilizaba junto con una toalla para lavarnos
la cara y quitarnos las legañas. Acto seguido, nos ayudaba a vestirnos y lo
hacia empleando complicadas artimañas debajo de las sabanas para que no pasáramos
frío. Cuando estábamos listas, íbamos al salón y era allí donde todas las
mañanas mientras desayunábamos disfrutábamos de las aventuras de marcos. Lo
destacable del desayuno era el cola-cao calentito que nos preparaba mi madre y
que saboreábamos mientras veíamos aquellos dibujos y es precisamente aquella bebida
que aun sigo tomándola como un pequeño guiño a mi niñez. Ahora entiendo porque ya los niños no quieren a sus madres,
claro, no veian Marco.
Por
favor, no me vuelvan a adaptar la historia de Marcos....
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